
El presentimiento de que algo grande se venía, lo tenía instalado hacía unos días. Suena a tontera quizás, pero era algo fuerte. Desde la partida al estadio se percibía en el ambiente algo diferente a otras "previas" de partidos. Tal vez reforzada esta idea por ser un partido clásico para nosotros los chilenos; era algo que es dificil de describir con precisión, pero al menos yo, de todos los partidos que he presenciado in situ, no había notado. El encontrón con el decomiso de las baterías de mi cámara terminó siendo sólo una anécdota desagradable. Sentado en los incómodos tablones de la galería norte, de a poco me iba prendiendo con los cánticos que en partidos anteriores no escuché; hasta el clásico conchetumadre de 70.000 personas mientras se nombraban los titulares rivales era más fuerte que nunca; la salida de los equipos con el odioso himno de la FIFA de fondo fue emocionante, con bombas de artificio potentísimas para los tímpanos; el sonido del himno del país adversario jamás se oyó; el chileno cantado a rabiar; y la perfecta orquestación puesta en escena por ése tipo testarudo y genial, al que le importa un soberano forro si complace el clamor popular y que finalmente termina enseñándonos cómo se juega el "fútbol total". Jamás olvidaré la cara deformada de mi hermano, ni el porrazo que me dí ni la forma en que terminó mi garganta, por ése bendito gol que el país esperó por casi un siglo. Gracias Loco, ahora sí podemos decir que somos mejores que ellos en todo....en absolutamente todo!!